domingo, 7 de agosto de 2011

Prólogo

Sentía como la lágrima que resbalaba por mi mejilla se iba enfriando,mi vista,nublada,estaba clavada en el cielo anaranjado del atardecer,que derramaba una fina lluvia cayendo sobre mi ciudad como lágrimas heladas.
Hacía bastante frío aunque no había apenas aire,en estos días solía estar en mi casa sentada junto a la ventana,leyendo uno de mis libros,pero esta vez era diferente,no podía parar de pensar en lo que había pasado,todo había cambiado,ya nada volvería a ser como antes,no después de que la única persona en la que podía confiar y me entendiera,se hubiera marchado.Para siempre.
La imagen de mi primer día de colegio con seis años no se me quitaba de la mente.No conocía a nadie, casi todos los demás,eran amigos de la guardería o por sus padres,pero yo no,no había ido nunca a la guardería y mis padres estaban aislados del mundo exterior.Aún recuerdo el sabor de esa manzana que me estaba comiendo cuando una chica de mi edad, posó sus pequeñas manitas en mi hombro y se sentó junto a mí en el patio.Desde entonces fuimos inseparables,hasta hoy.No me había dado tiempo,ni siquiera quise,enterarme de como había pasado,pe-ro las frías garras de la muerte la arrancaron de mis brazos.
Estaba sentada en el mismo sitio,dónde cada tarde, mi amiga Sofie y yo nos comíamos un helado y reflexionábamos sobre el día.Miré hacia mi lado,buscándola,esperando ver su sonrisa,la misma que iluminaba cada uno de mis días grises,su dulce e inocente mirada celeste que decía más de lo que pretendía.Sin embargo,sólo encontré más hierba y más vacío,y mi corazón volvió a palpitar con fuerza.
Aún no podía creerlo,o no quería.En cuestión de segundos mi vida entera se había desvanecido,el frío viento se la había llevado dejando atrás un mar de lágrimas.Ya ni recordaba la sensación que tenía hace unas horas,cuando tan feliz me dirigía a su casa,pensando en tomarnos otro helado.Pero en vez de eso,lo que me recibió no fue la dulce y cariñosa voz de la señora Johnson invitándome a pasar,sino a Frank,el hermano de Sofie,en medio de un mar de lágrimas,dándome un fuerte abrazo y susurrándome al oído las palabras que me destrozarían para siempre,que cambiarían mi vida.Yo era una chica solitaria,y así seguiría siendo,más ahora que mi “psicóloga particular”,ya no estaba.Hablo de ella como si fuera fácil describirla,pero no,Sofie no era así.Es difícil describir el brillo interior que la caracterizaba,es difícil decir con exactitud lo que su magnífica sonrisa producía en mí.Nunca la había visto llorar,ni siquiera estar seria,aunque las cosas le fueran muy mal,siempre sonreía y le dedicaba una palabra amable a todo el mundo.
Me abracé las piernas aún más fuerte,quería apartar de mi mente sus recuerdos para que no me hicieran más daño,pero a la vez no quería olvidarme nunca de ella.Ahora necesitaba evadirme de la realidad,como hacía cada verano que Sofie se iba de vacaciones.Miré al cielo,contemplando como léntamente,las gotas de lluvia caían sobre mi rostro,el tiempo se detuvo en ese instante.
El manto oscuro de la noche cubrió el parque,y la fina lluvia se convirtió en una violenta tormenta.Era hora de ir a casa.Iba caminando en silencio,ajena a todo aquello que me rodeaba.No llevaba prisa,nadie me esperaría en casa.
A papá no lo veía desde hacía meses,y mamá...ma-má no me haría caso,como siempre.Desde pequeña me había dejado claro que yo no era lo que espera-ba y que todo lo que hacía la decepcionaba,por lo que opté a ignorarla.Ahora estaba sola,la única persona que me había querido alguna vez ya no estaba.Iba sumergida en mis pensamientos cuando la vi.Esa chica de luminosa sonrisa,mejillas rosadas y ojos celestes que fue mi mejor y única amiga,que me había facilitado las cosas con su perfecta forma de ver la vida.Era ella,aunque con expresión triste y mirada perdida.Me volví para llamarla y contemplé atónita como suavemente se introducía en un destello brillante que había aparecido en medio de la calle y me había cegado por unos eternos minutos.
Pronto todo volvió a la normalidad."Es una visión",me repetía una y otra vez,"una visión provocada por el cansancio".Llegué a casa,todo estaba bastante oscuro,desordenado,y apestaba a alcohol por toda la casa.Llegué al salón.
-¿Dónde has estado?-preguntó fríamente aquella mujer a la que llamaba madre.
-Sofie ha...muerto-le dije con un hilo de voz.
-¿Esa amiga tuya tan rara?.Me alegro,era una mala influencia para ti.
-¡¿Qué?!,¡¿ella?!.¡Mírate,en toda tu miserable vida no has querido a nadie,ni siquiera a ti misma!.T-te... ¡te odio!.-grité mientras me iba a mi cuarto.
-Yo tampoco quería que nacieras.Así que también yo tengo que aguantarme.
No quise decir nada más,mis lágrimas volvieron a brotar junto a un grito interno.Me tumbé en la cama tapándome la cabeza con la almohada.
No aguantaba más,estaba harta de mi vida,un difícil juego de mal gusto."La palabra difícil no existe,Noah",las palabras de Sofie retumbaban en mi cabeza.El cansancio pudo contra la angustia pasadas las tres de la mañana.

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